Ep. 02: La idea más difícil

Me aterraba la idea de vivir preguntándome toda la vida: ¿Podré hacer más por esta relación o ya es momento de seguir adelante sola?.

Muchas veces estamos en la nebulosa dudando de todo y de cada paso que queremos dar; en algún momento del camino perdimos la confianza el amor hacia nosotros, nos perdimos
en peleas, en noches sin dormir, en lágrimas, gritos y palabras hirientes que luego tratas de olvidar con besos y frases que van llenos de desamor y un gran vacío emocional. Llega un
momento que nada te reconforta y ya no existe palabra ni caricia que pueda borrar aquellas huellas del alma.

¿Cómo sales de esto?, ¿cómo dar ese paso?, ¿cómo le hablo?, ¿cómo le explico?, ¿entenderá?, ¿aceptará?, millones de preguntas que muchas noches y días me hacía.

Sabía, claro que sabía las respuestas a muchas de las preguntas pero estaba paralizada de miedo, miedo a lo incierto, miedo a lo nuevo a lo desconocido, miedo de simplemente empezar a vivir.

Cuándo estás en este punto ya bajaste 4 o 5 kilos, se te quitó el apetito, ya no estás concentrada en tus cosas habituales, casi ni te ejercitas solo piensas en cómo terminar con todo eso.

Tus mejores amigas dejan de estar ahí, te alejas de ellas, las desapareces, sabes que son decisiones que debes tomar sola, qué tal responsabilidad sólo está en tus manos y nadie debe interferir con ideas o consejos que solo nos pueden confundir más.

Estás sola en esto y esa es la realidad, al principio le cuentas a los más íntimos y buscas ayuda pero te das cuenta que nadie puede saber mejor que tú lo qué pasa detrás de esas paredes, ni tu mamá, ni tu mejor amiga, ni tu psicólogo, siempre hay cosas que no cuentas, siempre hay cosas que sientes de las que no hablas y eso hace que todos los consejos distorsionen tu realidad.

Así vas entrando a una etapa de trabajo en soledad, de tomar fuerzas, poner prioridades y darte la importancia que nunca debiste dejar. Es un proceso largo por el cual vas a pasar hasta el día en que todo se da.

Te estarás preguntando a estas alturas ¿que llevó a un matrimonio de 23 años acabar así?

Primero,nunca pudimos ser amigos, nunca hubo confianza para conversar de todo con libertad, eso fue haciendo un nudo en mi garganta. Parecía que mis conversaciones no estaban a su altura Claro, el de 38 y yo de 23 años, mis amigos tampoco eran importantes para conocer o para relacionarse así que mi mundo giró alrededor de sus amistades, las mías se esfumaron con el tiempo. Lo que sí debo reconocer es que mi familia lo amaba y él adoraba a mi familia en especial a mi padre, ellos tenían muchos gustos en común y disfrutaban mucho los domingos en familia.

Esto hizo que la vida se fuera tornando un poco triste para mi, con responsabilidades de un hijo pequeño prácticamente sola. Mamá y papá me apoyaron mucho, pero ustedes saben, no es lo mismo.

A lo largo de ese tiempo fui dándome cuenta que mi vida transcurría siempre igual, sola, era igual si él estaba o no, nunca conversábamos de algo distinto a la casa o a nuestro hijo
cualquier otra conversación terminaba en discusiones, desacuerdos, conflictos, dudas o calladas de boca así que simplemente dejábamos de hablar de cosas que estaban fuera
del tema hogar. Fui volviéndome algo callada e introvertida, muy distante a la chica del colegio y del instituto, alegre, divertida, siempre haciendo bromas, muy distinta a la chica de 20 años tomando en cuenta que lo conocí a los 23 años.

Estos fueron algunos de los detonantes, esto duró años en desencadenar, nos fuimos alejando cada vez más sin que él se diera cuenta, se normalizó tanto que no le afectaba,
pero yo fui marchitándome con los días, muriendo con los años, ahogándome en esas paredes llamado hogar.

Tal vez hasta aquí ya te identificaste con varias cosas y es así que empieza el alejamiento, no hay palabras, no hay dedicación, no hay tiempo juntos, te atrapa y no te deja.